Esquí de montaña

Mountain ski

Esta página pretende instruir en diferentes capítulos acerca de la técnica y el medio de alta montaña en que se desarrolla el esquí de montaña. La descripción de itinerarios y sus tracks aparece disponible en el link a continuación:

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FOTO: Subiendo a Lecherines.

El esquí de montaña en las últimas décadas.

Mis comienzos en el esquí tuvieron lugar en 1985 y siempre se caracterizaron por una experiencia autodidacta. No era hijo de esquiadores, y la información disponible en mi entorno de clubes de montaña era similar a un gigante interrogante. Recuerdo mis primeros esquís de travesía, unos “Krundel Tour Carbon” relativamente ligeros y unas fijaciones Silvretta 405. Eso sí, era un mundo que desde los clubes de montaña se veía con un absoluto respeto y nadie se atrevía a dar una información técnica… cuán diferente que hoy, que todo el mundo opina al respecto.

Las excursiones también eran de otra manera… mi primera salida al Pirineo con los esquís fue una Semana Santa en un viaje de autobús a la boca Sur del túnel de Vielha. Me robaron los esquís al dejarlos aparcados -dada mi poca pericia- en un punto de la subida al port de Rius, y gracias a unos integrantes de mi grupo los recuperamos en el antiguo Hospital de Vielha.

Dos inviernos después afronté un tramo de Transpirenáica, yo a esquís y un amigo a pie, sobre una Alta Ruta de recorrido surrealista: Plan, puerto de la Madera, pico Culfreda, pico de Arriouére, Trigoniero, pico Barrosa, Barroude, pico de la Gela, Pimené, Bayssellance, Alto Ara, Panticosa. Era un reto: esquiar… o morir. Todo tipo de nieves, aludes, cabañas míseras, frío, mochilón, severidad del terreno, ilusión y amistad. Botas Kastinger y la famosa Silvretta 405.

FOTO: En la Oeste de Musales (cortesía de Iván Apellániz)

Lo último que supe de esa línea de fijaciones Silvretta fue quizá el accidente que más gravó mi vida de esquiador-alpinista, al conocer, dos décadas después, el relato directo de la muerte de una persona muy querida en la práctica de esta disciplina: “al atravesar en lateral un pequeño corredor, con el equipo de ascenso provisto de focas y cuchillas, se dejó caer lateralmente un breve tramo en nieve dura y sorprendentemente los esquís fueron girando en descenso situándose en línea directa hacia la pendiente y comenzando a caer” “llevaba un equipo antigüo con la fijación Silvretta 404 (heredera de la 400 y la 405)”. Entonces recordé esa misma sensación en mis dos equipos de Silvretta 404 al llevar focas y cuchillas puestas, esa tendencia hacia la pendiente directa en cualquier cruce lateral en que decidieras intentar deslizarte un instante. Nunca nadie me lo citó, no había Internet donde poder constatarlo, pero yo sabía instintivamente de ello, conocía ese temor sin explicación evidente.

El esquí de montaña supuso una revolución en el mundo de la montaña invernal, desterrando aquella odiosa sensación de hundirse hasta la rodilla durante metros y metros en la ascensión a cualquier montaña. Pero había que saber esquiar, y ese era nuestro punto más débil. Por otro lado los esquiadores de pista empezaron a unirse a esta práctica, aburridos de la limitación de una estación de esquí y de sus colas en fin de semana. Pero había que saber de montaña invernal, y ese era su punto más débil.

Y aprendimos a esquiar, en un estilo propio y peculiar que fuimos depurando a trancas y barrancas. Veíamos a los advenedizos del esquí de pista, así como a montañeros diplomados en esta disciplina, y observabamos los estilos más depurados que destilaban: echados hacia adelante en Aragón, con los esquís juntos y erguidos como un palo en el caso de los franceses; conduciendo en amplios giros unos, o dibujando miles de giros cortos los otros. Mi gigante interrogante no mermaba en mi cabeza, y mientras tanto yo iba cogiendo vicios de difícil corrección. Sin embargo, en las nieves malas los montañeros resultaba que no nos defendíamos tan mal. Yo creo que la máxima expresión de esta dualidad me llegó en una prueba de esquí de montaña en Benasque, cuando el ganador consiguió la primera plaza descendiendo “a lo escoba”, recto en la pendiente con las piernas abiertas y los bastones entre ambos esquis a modo de palanca de freno… ¿hacia dónde caminaría el esquí de montaña?

El free-ride ayudó a acercar ambos mundos: esquiadores de pista buscando las líneas más atrevidas fuera de las zonas pisadas, con esquís de nuevo diseño preparados para nieves no tratadas; pero también esquiadores de montaña con esquís carvin, con patín ancho, con más nervio, con fijaciones y botas más rígidas y bajaderas. Se abría la veda a la variedad, a la vez que el material sufría una espectacular evolución (también en su precio y en su obsolescencia programada, desgraciadamente) atendiendo a nuestra práctica concreta del esquí en la montaña. Aparecían esquiadores de travesía con equipos ultraligeros, rápidos en subida; otros que apostaban por la bajada perfecta, con patín ancho para nieves polvo, más parecidos a esos free-riders de pista. También esquiadores de pendientes extremas y otros amantes de la travesía de zonas cómodas, subidas por pistas de esquí y montañas suaves en nevadas extraordinarias. La dualidad travesía-pista deja de ser tan evidente y se convierte en una multidisciplina.


FOTO: Hacia la Ruaba del Bozo. Llana del Bozo y Llana de la Garganta detrás.

La montaña invernal.

Empezar por considerar la montaña invernal es para mí ya una declaración de intenciones acerca de qué aspecto me parece el más importante: el medio donde vamos a practicar esta actividad es severo, cambiante y estudiado por un conjunto de ciencias y ninguna a la vez.

El vacío de competencias en referencia al estudio de la montaña es un aspecto no baladí que trae consigo que cualquiera puede opinar respecto a la montaña invernal. Parecido ocurre respecto al esqui de travesía. Y sin embargo no es así, y deberás aprender a aplicar tu propio criterio de certidumbre en función de a quien escuchas: la montaña invernal y sus condiciones no viene estudiada por gurús o bocazas, sino -por un lado- por quienes pasan días y días, año tras año en ella; y -por otro- desde la base científica de la geología, meteorología y climatología, física, biología, geografía y ciencias ambientales. Por ejemplo, si observas tesis doctorales sobre avalanchas y estabilidad del manto nivoso, verás involucrados importantes departamentos de estratigrafía (geología) y física (climatólogos y otros físicos) de universidades de América del Norte, así como de la Europa Alpina y Nórdica; con la colaboración de estadistas geógrafos y siempre en base a datos recogidos en estaciones rutinarias de observación en altura…

La montaña en invierno es fría. Si además hay un frente nuboso y sobre todo si el viento actúa, puede volverse inhumana. Sin embargo, en parecidas latitudes y a una altitud aproximada, cada cadena de montañas presenta unas variaciones importantes en cuanto a su climatología. Por ejemplo en los picos de Europa, debido a su apertura oceánica hacia el Noroeste, dirección de donde proceden muchos de los frentes nubosos en ese área, el tiempo puede cambiar mucho más rápidamente que en los Pirineos Centrales. Los microclimas y determinados fenómenos meteorológicos locales (inversiones térmicas invernales, brisas montaña-valle, efecto foëhn, nubes de condensación locales) cobran una importancia especial en la climatología de las regiones de montaña. En mayor medida este hecho se debe a que debido a su alineación en una u otra dirección, la línea de montañas en que nos encontramos constituirá una determinada barrera orográfica respecto a los vientos y frentes que llegan en particular a esa zona; pero también porque debido a la diferente insolación o carácter continental o marino de las diferentes vertientes de una montaña, aun en momentos de calma atmosférica van a generarse en cada una de esas vertientes diferentes masas de aire con condiciones especiales en cuanto a su temperatura y humedad. La climatología de montaña es siempre una ciencia muy compleja y con connotaciones locales de gran importancia. Hay en la parte científica de esta pestaña de “cultura de montaña-mountain culture” varias explicaciones a fenómenos concretos meteorológicos que influyen en la climatología de montaña.

FOTO: Embalse de Escarra y Peña Telera

Por supuesto si las condiciones climáticas devengan una meteorología que puede ser tan diferente, la cantidad de innivación en un área de montaña y el tipo de nieve que la cubre en invierno y primavera van a ser muy diferentes entre si. Para la comparativa con el esqui de pista, si en una pista de nieve prensada los tipos de nieve presentes pueden ser bien diferentes, cuánto más en el campo de pruebas de la montaña salvaje donde la calma, el viento, la lluvia o el rehielo habrán prensado la nieve totalmente al azar.

En mis años de guarda de Góriz, una de las tareas difíciles era hacer comprender a algunos montañeros que por muy sencilla que les hubiera resultado la “Escupidera” de Monte Perdido cubierta de nieve, si la gesta de su conquista había sido en un día de nieve blanda y pastosa, por favor no creyeran e hicieran creer a todo incauto disponible que ese afamado pasaje resulta sencillo y carente de riesgo con nieve. A poca práctica invernal que tengas, sabrás que basta una noche rasa de rehielo para que la nieve cambie totalmente de propiedades. Que se lo digan a los fragmentos de dos muchachos que recogimos de la base de la “Escupidera” uno de esos días de crampones obligados… o al tercero que se quedó en el lago Helado y le informé por radio cómo habían acabado sus amigos.

En la progresión con esquís de montaña, será habitual remontar pendientes de hasta 25-33°, dependiendo de las características de la nieve, con los esquís vestidos de pieles de foca y cuchillas cuando éstas son necesarias. Zonas más inclinadas o expuestas exigen echar los esquís a la espalda y calzarse crampones si hay nieve dura. Pero podemos tener que calzar crampones en una inclinación menor, por ejemplo si ha llovido sobre la nieve, se ha ondulado, y se ha helado luego por la noche (fenómeno meteorológico que comentaremos después). El estado de la nieve es el hecho que dictamina el material a utilizar. En Picos de Europa he cambiado esquís por crampones alguna vez con escasos 20° de inclinación.

Ten en cuenta que únicamente se anota en los anales de la historia del montañismo el primer descenso con esquís. El primer ascenso con pieles y cuchillas no está computado todavía como gesta del montañismo. Tal vez porque el propio material no está diseñado para vencer todo tipo de pasajes y texturas de nieve. Últimamente incluso parece que puntuara el ascender con focas y sin cuchillas, que sí es verdad hacen la progresión más lenta y tediosa en zonas donde son innecesarias, pero que resultan equipo indispensable en nieves duras. He aquí un primer reto, mezcla del análisis de las condiciones de la nieve en la ladera que tienes delante y de tu pericia con el material: escoger cual es el mejor reposo anterior a cada tramo, y allí en un instante analizar si será mejor remontar este tramo con focas, focas y cuchillas, o directamente con crampones. Es importante ir evaluando en la ladera hasta qué siguiente reposo cómodo serás capaz de progresar con el material que llevas calzado, habida cuenta que en determinadas zonas las transiciones de material son muy engorrosas, complicadas y también peligrosas.

Volviendo a la montaña invernal, pueden decirse tantas cosas; es tan compleja y salvaje a la vez.

FOTO: Macizo de Argualas-Infierno desde la subida al Forátulas.

Intentemos entender un poco la importancia de la orientación de las vertientes, que puede venirnos bien como antesala de la comprensión del riesgo de avalanchas.

Cuando la nieve cae, tiende a asentarse sobre el terreno o sobre la capa anterior de nieve existente. Cuanto más helada esté la superficie anterior de la nieve, mayor disconformidad entre ambas capas (también -por ejemplo- si hubiera caído una granizada) y peor cohesión entre ambas. Sería hasta sencillo si no apareciera el viento, fenómeno meteorológico capaz de mover, sublimar y compactar toneladas de nieve. Tiene además la manía de recomprimir sobre todo la capa más externa de la nueva nieve acumulada, no en vano a medida que sopla el viento quedará menos nieve por mover y su intensidad se reflejará en un repretamiento exterior, con que empeora todavía más la delicada superficie de cohesión con el estrato previo (la capa interna de la nueva nieve no estará tan comprimida y aparece un nivel de debilidad). Los aludes causantes de víctimas son principalmente los aludes de placa de viento. Pero hasta el viento trabaja conforme a vertientes, retrabajando una vertiente y muchas veces apenas tocando otras.

Si excluimos el trabajo del viento, una cantidad de nieve caída en la montaña será inestable por efecto de la insolación primero en las vertientes Este y Sur, y luego en la Oeste y Norte. Igual jerarquía se producirá en la inestabilidad debida a fusión de nieve vieja (aludes de fusión). Sin embargo, si el viento apenas hubiera tocado una vertiente Norte, y ha retrabajado placas de viento en la Sur, el riesgo se invierte. Y también en aquellos momentos en que ya se ha transformado y asentado la nieve en las caras Sur (efecto de la insolación-rehielo) pero todavía este proceso no se ha completado en las caras Norte (las placas de viento o el manto de nieve polvo húmeda aún resultan inestables).

Por otro lado, el mayor peligro que tenemos al entrar en una vertiente Oeste o Norte que no ha sido calentada por el sol, es que sea nieve completamente helada (por ejemplo barrida por el viento y rehelada), o transformada normalmente pero aún dura y no reblandecida del mismo modo que sí ha podido ocurrir ya en las vertientes solanas.

El estudio de cómo prevemos cada vertiente nos ayudará a elegir entre los objetivos más placenteros y menos arriesgados en cada jornada.

Un amigo recalca que los videos impresionantes presentan siempre buena nieve, y que con mala nieve todo se vuelve difícil, peligroso, y hay que saber renunciar.

Está claro que la nieve preferida es la nieve polvo seca, el mítico “powder”, donde casi todo sale y es muy difícil rodar al caerse, salvo que sea toda la nieve la que se vaya. Si el viento no ha trabajado, la isoterma no sube bruscamente y no rompen cornisas, es probable que no se caiga… y además en esas condiciones primero se caerán las caras Este y Sur.

En nuestras latitudes hay una segunda nieve también muy buena, la nieve maíz (por su color amarillento) o primavera en su punto. Ésta resulta de la fusión progresiva durante el día de una nieve transformada y endurecida a la noche; y viene a originarse a una hora concreta en función de la orientación y el avance de la primavera. Para que encontremos esta nieve, relativamente frecuente en nuestro Pirineo, tiene que haberse transformado primero la nieve, no ocurrirá nunca si la nieve no ha pasado esa noche por el estadio “nieve dura”, o más técnicamente “costra de rehielo que no se hunde”. Pero también luego tiene que ablandarse, preferiblemente sólo en los dos o tres centímetros superiores. La insolación directa en ausencia de viento es el fenómeno que la ablanda, tanto más cuanto más alta esté la isoterma ese día.

FOTO: Bajando de Lecherines

En este tipo de nieve será importante asegurarse de que se va a producir el endurecimiento, bien porque la montaña está en general muy fría o porque la isoterma la noche previa ha vuelto a bajar del nivel de rehielo; y que el día de nuestra actividad va a producirse la fusión superficial más o menos adecuada a la orientación que pretendemos bajar en una hora determinada. Un velo de nubes altas o un viento en altura pueden echar por tierra esa fusión. En cambio una isoterma alta y el sol en calma pueden afectar demasiado espesor de nieve en la fusión, especialmente si las capas inferiores no están tan transformadas, y llegan a ocasionar un riesgo de aludes de fusión en las zonas más sobrecalentadas.

Un factor especial en la superficie de la nieve propio de zonas templadas como la nuestra es el efecto de la lluvia. En la circulación de borrascas atlánticas y debido a su génesis, lo normal es que cada borrasca nos presente asociado primero un frente cálido y luego un frente frío. Así, será habitual que la lluvia llegue primero a la montaña en una borrasca, y el segundo frente traiga nieve incluso en cotas bajas. Sin embargo, si llega una nueva borrasca con masas de aire mucho más cálidas después, puede darse el caso de que llueva sobre la nieve caída. El manto nivoso queda entonces mermado, ondulado, y sobre todo su superficie queda densa y totalmente humedecida, dejando el tejido perfecto para que en cuanto llegue la siguiente noche de atmósfera despejada quede rápidamente endurecida en una brusca “transformación exprés “.

Veamos ahora otro rasgo totalmente diferente relacionado con las zonas de transición entre la roca firme y el manto nivoso: Si el tiempo es bueno, en las zonas de nieve contiguas a la roca es frecuente que la roca haya absorbido calor y el manto nivoso aparezca más blando. No así en las jornadas gélidas, cuando puede estar sin transformar el manto nivoso, pero justo junto a la roca haberse originado una costra de rehielo. El primer fenómeno comentado se produce cuando empieza a hacer calor, y origina zonas cómodas, repisas y también rimayas entre la nieve y la roca. Sin embargo, la baja temperatura que alcanza la roca en las jornadas gélidas y sin insolación, rehiela en cambio los contactos entre la nieve y la roca y hace de esa transición delicada uno de los rasgos de la montaña invernal. Fíjate que en los otoños tardíos de poca nieve, es precisamente la nieve helada adherida a los rellanos y oquedades de un roquedo gélido la que más aguanta, y todos los problemas que llega a dar.


Técnica del esquí de montaña.

Tanto el ascenso con esquís de montaña, como la progresión con piolet y crampones, y sobre todo el descenso en esquís sobre nieves no tratadas, llevan su propio compendio de técnicas y práctica asociado.

La técnica de ascenso con esquís se basa en llevar la talonera de la fijación suelta y así poder hacer rotar el esqui sobre la punta de la fijación, facilitando nuestro a avance.

Para zonas planas y subidas muy suaves que preceden a una continuación del descenso no colocamos pieles de foca en la superficie del esquí, y si el paso normal no permite subir, lo forzamos a modo de cuña invertida o canteando, con la talonera suelta o fijada a discreción.

Pero dejando esas raras excepciones, lo habitual es subir con las pieles de foca adheridas a la superficie del esquí y la talonera suelta.

La piel de foca ha de cortarse ajustada al contorno del esquí, dejando 2 milímetros de separación con el canto para que este pueda trabajar libremente. No debe alcanzar la terminación de las espátulas del esquí, si no finalizar unos 6 centímetros antes. Ha de estar anclada a la punta de los esquís, y encolada en toda su superficie. Si un anclaje la tensa o engancha también al final de la espátula del esquí, mucho mejor.

Durante la subida o subidas de la jornada, las pieles de foca irán colocadas en la superficie de los esquís. Incluso podemos realizar pequeñas bajadas con ellas puestas, aunque como pasemos a una mínima velocidad en descenso sobre una piedra, las romperemos. Para la primera gran subida de la jornada no es mala costumbre llevarlas ya puestas en los esquís desde casa, y haberlas frotado con cera en sentido del avance del esqui para evitar la formación de zuecos durante esa jornada, sobre todo si se prevén altas temperaturas. La suela del esqui también puede frotarse con cera, si bien es un proceso menos necesario.

Dependiendo de la mayor o menor pendiente, así como de si la calidad de la nieve permite un ascenso más o menos directo, colocaremos o no el alza o el alza doble en la trasera de nuestras fijaciones. Sí es importante tener en cuenta que las cuchillas trabajan mucho menos con las alzas puestas, y así si precisamos el empleo de cuchillas sólo emplearemos el alza simple, e incluso renunciaremos al alza si necesitamos un máximo agarre de nuestras cuchillas en nieve dura.

Las cuchillas se emplazan siempre con las pieles de foca puestas, y se utilizan para ascender o atravesar en nieve dura o helada. No son una herramienta infalible, su utilidad baja en nieves onduladas o sobre costra de rehielo, y deben considerarse un estadio intermedio previo al avance con crampones y los esquís en la mochila. En cuanto no resulten útiles deben además ser retiradas de los esquís, dado que frenan mucho el avance y contribuyen a la formación de zuecos. No debemos apoyar el peso sobre una cuchilla apoyada sobre roca o cemento, dado que una vez se doble por primera vez, nunca ya evitaremos que vuelva a hacerlo.

Nunca lleves bastones con la punta roma o que patinen en hielo; puede ser causa de accidente serio si resbalan al soportarte en ellos.

La ascensión con pieles de foca es una técnica basada en el óptimo agarre bien de toda la superficie de la piel de foca, o bien de un canto del esquí y la parte de la piel de foca más próxima a éste, sobre la pendiente idónea para nuestra progresión. Si llevamos las cuchillas puestas siempre trabajaremos con el segundo supuesto, el de un canto del esquí y la parte de la piel de foca más próxima a éste, pero además cuidando que la cuchilla también esté anclada a la nieve.

Las pieles de foca se dañan si pasamos con rozamiento sobre una piedra.

Así, en nieves blandas o con una capa deshelada capaz de sostenernos, ascendemos procurando apoyar sobre la nieve toda la superficie del esquí y de la piel de foca; mientras que en nieves más duras será necesario que el canto trabaje sobre la nieve para nuestro sostén, y optaremos por reducir nuestra pendiente de avance a la vez que solamente apoyaremos para ello la parte del esquí más próxima al canto que estamos a la vez hincando. La transición de un tipo de avance al otro debe ser brusca y sobre una bastante menor pendiente de apoyo a partir del momento en que precisemos hacer trabajar el canto en ascenso. Tengamos claro cuál de ambas progresiones estamos realizando.

Buscaremos aquella línea de pendiente suficientemente cómoda para nuestro avance atendiendo a la calidad y dureza de la nieve (que nos sostenga, que no nos haga deslizar hacia atrás, ni a media ladera, que no haga deslizar una capa de deshielo sobre la capa dura infrayacente). Trataremos de cambiar de una dirección con la pendiente escogida en la ladera a la oblicua contraria mediante un arco amplio siempre que sea posible. Pero si la ladera es mucho más inclinada que nuestra pendiente de avance, no nos quedará más remedio que realizar ese cambio mediante una “vuelta María”.

El proceso de trazado de una “vuelta María” comienza con el emplazamiento del esquí contrario al lado hacia donde vamos a girar sobre una línea algo más plana que la que llevamos en el avance, y que permita hacer trabajar su canto interno de un modo más agresivo. Este primer paso será necesario para que nos sostenga cuando le sometamos a la tensión de fuerza mayor que va a suponer el proceso de la “vuelta María “. Seguidamente torcemos hacia el lado de la montaña la rodilla de ese esquí exterior para empezar a ejercer fuerza sobre ese canto, a la vez que llevamos el bastón del lado interno arriba a las 12 encima de la pendiente y luego totalmente a una posición algo por debajo de donde pretendemos colocar el primer esquí que vamos a girar. Con un golpe de cintura giramos ese esquí interno hacia el lado opuesto sin avanzar de posición, pero sí colocándolo en sentido contrario un poco (lo mínimo posible) más arriba, teniendo cuidado de apoyarlo más horizontal que en la línea del avance: Tengamos en cuenta que al igual que ocurría con el esquí externo, en el siguiente paso vamos a ejercer una tensión de fuerza allí mayor que la habitual para el avance. Llevaremos el otro bastón (el del esquí externo, que ahora pasará a ser interno) a la posición de encima a las 12, como inicio del tercer paso que obliga a un nuevo golpe de cintura para llevar el peso al canto interno de ese esquí interno (ahora en posición externa) que ya ha practicado la “vuelta María “. Introduciendo la rodilla interna hacia el interior de la ladera para hacer trabajar aún más ese canto, levantamos el esquí externo y realizamos la vuelta María de ese segundo esquí hasta ponerlo en paralelo, ahora en posición interna y algo retrasado con respecto al esquí primeramente girado, pero ya ya en la línea de poder continuar el avance lateral.

Hemos mencionado ya la gran importancia de saber anticiparse a la necesidad de una transición y el caos que supone tener que poner cuchillas o calzarse crampones en medio de un tramo que ya exige ese nuevo instrumento… tiempo que se pierde, stress, caída de una cuchilla, esquí o persona… tengámoslo siempre presente.

Hablar sobre la técnica de descenso en esquí es un capítulo que corresponde a las escuelas de esquí y sobre el que no me siento tan capacitado. Pero es evidente que la gran variedad de nieves que puede ofrecer e ir transformando la naturaleza, frente a la compactación de una pista de esquí, hará preciso variar las técnicas de descenso en pista, adaptándolas además a los entresijos del relieve de montaña. Partimos de una base técnica similar que para el descenso en el esquí de pista, pero que habremos de completar, adaptar y dotar de recursos en el tan variado marco de pruebas de la montaña y sus nieves.

La posición del esquiador sobre los esquís en el descenso es una de las claves de la perfección. Dará una conducción segura y elegante sobre nieve buena, permitiendo velocidad. Pero también se adecuará a nieves difíciles, o nieves malas en las que será obligado cargar el peso más atrás. La flexión-extensión será importante en nieves que exigen fuerza para el agarre en el giro, que convertiremos en giro corto o incluso salto en las pendientes más exigentes. Allí el truco de bajar la mano delantera o tratar de marcar con el bastón antes del giro ayuda a encontrar la posición de máximo agarre.

El dicho de “no hay mala nieve si no mal esquiador ” puede hacerte esforzarte al máximo, o hundirte en la miseria. En general cualquier nieve que en la parte trabajada por el esquí se comporte como más blanda en superficie y más dura en la base, se dejará esquiar bastante bien; mientras que a la inversa será un desastre.

Utiliza los bastones, posiciona tu peso atendiendo al tipo de nieve y a dónde quieres cargar, fúndete en tu bajada con la nieve que tienes y lo que te deja hacer, escógela bien, atendiendo a su color y textura, anticipando sus cambios y zonas de transición. Adecúa la técnica de esquí, pero también la velocidad y el radio de giro, al terreno y la calidad de la nieve. Lleva los cantos suficientemente afilados, la bota bien ajustada; el casco yo no lo dejaría casi nunca. El bastón con punta de piolet es útil en pendientes fuertes; o mi particular invento de afianzar el piolet de travesía al bastón con dos abrazaderas metálicas y situando el regatón justo por debajo de la empuñadura del bastón para proteger esos tramos difíciles del descenso.

FOTO: Tubo en el pico Campos de Troya

Graduación de dificultades.

La graduación de dificultades Toponeige, o escala Volo en honor a su creador (Volodia Shahshahani) es una escala alfanumérica que describe la dificultad de un descenso de esqui con notable precisión.

AD, 4.3, E2, 45°/450m
Son tres graduaciones, capacidad alpina montañera requerida, dificultad de esquí y exposición de la ruta. Complementamos la información con el ángulo de la pendiente promedio, o la del tramo más inclinado (especifíquese), así como con la longitud de la zona compleja.

Capacidad alpina.

Hay controversia en este aspecto, debido a algunos autores que consideran hay una catalogación de esquí F, PD, AD, D, MD y ED similar a la UIAA pero atendiendo a la dificultad de nivel de esqui.

Sin embargo, tanto el organismo regulador de la escala como la ENSA de Chamonix sugieren debe aplicarse la dificultad en ascenso del terreno invernal considerado, puramente la escala UIAA en evaluación de terreno glaciar o invernal. Me parece lo idóneo.

Dificultad de esquí.

1.x Terreno esquiable para iniciación alpina. Pendiente hasta 30° y con longitud no mayor de 800 metros. Pendientes anchas y abiertas. Apenas expuestas y con bajo riesgo de avalanchas.

2.x Pocas dificultades técnicas. Pendientes no tan difíciles (hasta 35°) que pueden superar los 800 metros de longitud. Terreno irregular posible, de exposición y peligro objetivo moderado.

3.x Esquí alpinismo. Pasajes técnicos, corredores, largas pendientes a 35°, cortas secciones de 40-45°, bosques relativamente densos.

4.x Corredores estrechos o pendientes relevantes: pendientes largas a 40-45° (más de 200 metros), pasos cortos de hasta 50°, terreno glaciar irregular, bosques muy densos.

5.x Terreno muy inclinado. Corredores largos inclinados y sostenidos, pendientes muy largas de 45-50° de más de 300 metros, o pendientes algo superiores a 50° en más de 100 metros, incluye pendientes de 55° excepcionales.

Los grados 1-4 se subdividen en .1 .2 y .3 según si estamos en el límite inferior, medio o superior. El grado 5 se subdivide en 5 divisiones.

Exposición de la ruta.

Al hablar de exposición, hay que considerar que por encima de 30° es imposible parar una caída en nieve helada. Por encima de 40-45° es imposible parar una caída en nieve compactada. Por encima de 45° no se puede detener una caída en nieve primavera. En 50° y por encima será imposible detener una caída salvo que se realice inmediatamente, incluso en nieve polvo.

E1 No hay obstáculos de importancia, salvo la pendiente en sí misma. Sin embargo, una combinación de nieve dura y la propia inclinación presenta un riesgo potencial de lesiones.

There are no significant obstacles, apart from the slope itself. A combination of hard snow and a steep incline can however present a potential risk for injury.

E2 La línea de caida incluye la presencia de algunos escarpes que incrementa el riesgo de daño para el esquiador en caso de una caída. Si resulta inevitable la caida sobre esos escarpes, sin embargo no hay riesgo de golpearse con otras secciones rocosas más abajo (no estamos sobre una pared). Los corredores en “S” poco marcada entran en esta categoría.

The fall line includes some form of cliffs that increases the risk of injury for the skier in case of a fall. If the fall over the cliff is unavoidable, there is no risk hitting another rocky section. Moderately winding couloirs also enter this category.

E3 Una caída traerá consigo probablemente que el esquiador caiga por un escarpe, aunque el impacto con una roca no es seguro. Corredores muy curvos con riesgo de golpear roca en la caída entran en esta categoría. La muerte es bastante probable.

A fall will likely result in the skier passing over a cliff, but the impact with an obstacle is not absolutely certain. Winding couloirs with the risk of hitting rock fall into this category. Death is highly probable.

E4 Elevadas paredes rocosas que traerán consigo múltiples impactos y rebotes en el caso de una caída. Muerte garantizada.

High rock faces involving multiple rebounds and impacts in the event of a fall, death is guaranteed